- Forest Insights
Bosques Decaen Rápidamente para Dar Paso al Aguacate Mexicano
En 2016 la expansión de fronteras agrícolas representó el 98% de la deforestación en México. A pesar de que la creciente producción de aguacate, conocido como el “oro verde” mexicano, ha contribuido al crecimiento económico del país, también ha causado deforestación y degradación en los bosques del centro y sur de México. Para continuar éste crecimiento económico sin deforestaciones futuras, es crucial que un esquema de certificación sustentable sea implementado para salvaguardar la riqueza de la biodiversidad de los bosques mexicanos.
Michoacán, Jalisco y el Estado de México son los estados donde se produce la mayoría del aguacate del país. En la última década, el número de huertas de aguacate ha incrementado 162% en Michoacán, 511% en el estado de México y cerca de 1001% en Jalisco.
Debido a su popularidad como “súper alimento”, en Estados Unidos el consumo del aguacate per cápita ha incrementado en 440% en los últimos 20 años, impulsando su demanda. Este país se ha convertido en el mayor importador de aguacate mexicano (83% a 93% de aguacate fresco). Michoacán, el único estado mexicano que exporta aguacate a los Estados Unidos, ha tenido una particular presión por el incremento en la demanda, con entre 6-8 mil hectáreas deforestadas para el aguacate cada año.
Esto es preocupante ya que Michoacán también es un hot-spot de biodiversidad. Cada año, en la Reserva de la Biosfera de la Mariposa Monarca (RBMM) se espera la llegada de millones de mariposas monarcas que han viajado más de 4,800 kilómetros desde Canadá hasta los bosques de México.
Los datos de Global Forest Watch (GFW), muestran que la deforestación para establecer huertas de aguacate ha llegado a los límites de la RBMM. Las imágenes de satelitales muestran grandes áreas con patrones distintivos que revelan huertas de aguacate, ollas de agua, así como rastros de incendio en los alrededores, muestra de una posible expansión futura.
Mientras que la deforestación dentro de la reserva debido a la tala ilegal se ha reducido desde su máximo, entre 2003 y 2005, la expansión del aguacate ahora plantea una nueva amenaza. De hecho, los subsidios federales a municipios y ejidos, dentro o en los alrededores de la RBMM, para plantar aguacate podrían estar alentado la deforestación. En 2017 cuatro de seis municipios de Michoacán que forman la reserva recibieron un total de 1,25 millones de pesos de la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural (SADER, antes SAGARPA) para crear huertas de aguacate. Mientras que los dueños de tierras forestales en la RBMM reciben cerca de 683 pesos mexicanos (cerca de 33 USD) por hectárea como pago para conservar los servicios del ecosistema, un ejidatario que planta una huerta de aguacate gana en promedio 1,317 pesos (68 USD) por hectárea.
Además, la opacidad que rodea las autorizaciones de uso de tierra en México también ha contribuido al aumento de huertas de aguacate. De acuerdo con una investigación independiente realizada por Reforestamos México, no hay registros de autorizaciones gubernamentales de Cambio de Uso de Suelo de Terrenos Forestales (CUSTF) para aguacate en Michoacán desde 2003. En 2017, 96% de las inspecciones de CUSTF resultaron en el descubrimiento de huertas ilegales de aguacate y en la mayoría de esos casos ninguna pena fue imputada.
Casos similares también han comenzado a aparecer en áreas protegidas en el estado de México, incluyendo las cuencas del río en Valle de Bravo, Malacatepec y Tilostoc donde la deforestación plantea una creciente amenaza para varias especies en peligro de extinción además de la mariposa monarca. La rana leopardo, el lagarto cocodrilo arbóreo, el puma y el ajolote dependen de este hábitat para su supervivencia. De acuerdo con información de GFW, esta área natural protegida ha perdido un área de casi dos veces el tamaño de Chapultepec entre 2001 y 2017.
La producción de aguacate también impacta la hidrología y el secuestro de carbono. Los árboles de aguacate consumen de cuatro a cinco veces más agua que los árboles nativos de abeto y pino, poniendo en peligro la disponibilidad de agua para los seres humanos en las comunidades cercanas. Aunque los árboles de aguacate siguen siendo árboles, secuestran mucho menos carbón que las especies endémicas. Un pino endémico captura cuatro veces más dióxido de carbón por hectárea que un árbol de aguacate.
Es por lo anterior que algunos esfuerzos de certificación sostenible para el aguacate están en marcha, aunque la participación de algunos actores del mercado no ha sido tan activa. Un ejemplo de ello es un programa de certificación sostenible creado en Michoacán que tiene menos de 1% de los productores de aguacate afiliados a pesar de haberse creado desde 2016. Actualmente sólo la Certificación de agricultura de la Rainforest Alliance (RA) incluye criterios que implican la tenencia legal de la tierra y cambios de uso de suelo aprobados, los cuales son una pieza crucial para cumplir las restricciones a la tala de bosques.
Mientras que muchas compañías se han comprometido a eliminar la deforestación de sus cadenas de suministro, estos están vinculados sobre todo a productos como la palma, soya, madera, pulpa y ganado. Hasta ahora no hay ningún compromiso de esta magnitud para los aguacates de México. Organizaciones de la sociedad civil están trabajando junto con agencias gubernamentales para promover una estrategia de producción sostenible para los aguacates mexicanos. Sin embargo, el apoyo de los participantes clave del mercado, como minoristas estadounidenses, inversionistas y consumidores finales, es fundamental para lograr metas de deforestación cero, cumplir con el uso legal de las tierras forestales y evitar la deforestación.
Si los consumidores toman decisiones informadas, pueden lograr un cambio positivo en los esquemas de producción actual del aguacate, desde impulsar prácticas más sostenibles en las plantaciones de aguacate, hasta mayor transparencia en el producto etiquetado e incluso incrementando el consumo de aguacate certificado. Si los consumidores, empresas intermediarias, estibadores y productores trabajan juntos para incentivar la producción sustentable, podemos asegurar que ambos, bosques y aguacates, sean considerados el “oro verde” mexicano para las generaciones venideras.