La Destrucción de los Bosques Primarios Aumentó un 12 % de 2019 a 2020

31 Mar 2021||21 minutos
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Illegal logging on Pirititi indigenous amazon lands. Felipe Werneck/Ibama

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De acuerdo con datos de la Universidad de Maryland publicados hoy en Global Forest Watch, en el 2020, los trópicos perdieron 12.2 millones de hectáreas de cobertura arbórea. De estas hectáreas, 4.2 millones, una superficie del tamaño de los Países Bajos, pertenecían a bosques primarios tropicales húmedos, los cuales son especialmente importantes para el almacenamiento de carbono y la biodiversidad. Las emisiones de carbono resultantes de esta pérdida de bosque primario (2.64 Gt CO2) equivalen a las emisiones anuales de 570 millones de autos, más del doble del número de autos que circulan por las carreteras de Estados Unidos.

En 2020, la pérdida de bosque primario fue un 12% mayor que el año anterior, y fue el segundo año consecutivo en que la pérdida de bosque primario empeoró en los trópicos.

Tropical primary forest loss 2020 data

El año 2020 debió ser un hito en la lucha contra la deforestación, pues fue un año en el que muchas empresas, países y organizaciones internacionales se habían comprometido a reducir a la mitad o detener por completo la pérdida de bosques. Las continuas pérdidas de bosques tropicales primarios dejan claro que la humanidad se ha quedado corta en el cumplimiento de estos objetivos.

Top 10 countries for 2020 tree cover loss

Al igual que en años anteriores, la deforestación impulsada por los productos de consumo básicos fue la  causa principal de la pérdida de cobertura arbórea (tanto en los bosques primarios como en los secundarios) en América Latina y el Sudeste Asiático, mientras que la agricultura migratoria fue la causa dominante en el África tropical. Adicionalmente, los incendios y otros impactos relacionados con el clima desempeñaron nuevamente un rol importante, tanto en los trópicos como fuera de ellos.

A continuación, presentamos un análisis en profundidad sobre algunas de las tendencias en la pérdida de bosques en 2020:

Puntos de esperanza para los bosques de Indonesia y Malasia

Aunque las cifras de deforestación a nivel mundial son angustiantes, los avances en el Sudeste Asiático ofrecen una luz de esperanza.

La tasa de pérdida de bosques primarios de Indonesia disminuyó por cuarto año consecutivo en 2020, con lo que fue uno de los pocos países en lograrlo. Indonesia también dejó de pertenecer a los tres primeros lugares en cuanto a pérdida de bosques primarios por primera vez desde que se iniciaron nuestros registros.

Indonesia tropical primary forest loss 2020

Varias iniciativas nacionales y subnacionales parecen tener un efecto a largo plazo en la reducción de la pérdida de bosques primarios. Tras los devastadores incendios forestales y de turba de 2015, el Ministerio de Medio Ambiente y Silvicultura de Indonesia intensificó sus esfuerzos de monitoreo y prevención de incendios. El gobierno decretó una moratoria temporal sobre las licencias de nuevas plantaciones de palma aceitera y una moratoria permanente sobre la conversión de bosques primarios y turberas.

Además, las reformas agrarias y sociales de la silvicultura aligeraron la presión sobre los bosques al aliviar la pobreza y fomentar el uso sostenible del suelo. El mandato del Organismo de Restauración de Turberas, responsable de proteger y restaurar las turberas ricas en carbono, se amplió en 2020, y ahora incluye a los manglares, un ecosistema importante para la biodiversidad y para reducir el impacto de las condiciones meteorológicas extremas. Muchos gobiernos subnacionales también han hecho promesas recientemente de uso sostenible del suelo respaldadas por normativas que podrían frenar la deforestación en el futuro.

La pérdida de bosque primario también disminuyó en Malasia por cuarto año consecutivo. Aunque esta tendencia reciente es una buena noticia, Malasia ha perdido casi una quinta parte de sus bosques primarios desde el año 2001, y hasta una tercera parte desde la década de 1970. La tendencia a la baja más reciente y las acciones gubernamentales son prometedoras para la conservación de los bosques sobrevivientes. Malasia estableció un tope de cinco años para la superficie de las plantaciones en 2019 y planea endurecer las leyes forestales al aumentar las multas y las penas de cárcel por tala ilegal.

Además de las iniciativas gubernamentales para frenar la pérdida de bosques primarios en Indonesia y Malasia, los compromisos del sector privado en los sectores de la pulpa y el papel y la palma aceitera también podrían ser parte de los factores que reducen la deforestación. Los Compromisos de No Deforestación, No Turba y No Explotación (NDPE) abarcan ahora más del 80 % de la industria de la pulpa y el papel en Indonesia y el 83 % de la capacidad de refinado de aceite de palma en Indonesia y Malasia. La Mesa Redonda sobre Aceite de Palma Sostenible endureció los requisitos de certificación sostenible en 2018 para incluir la prohibición de cualquier deforestación o tala de turberas.

Aprovechar los avances de Indonesia y Malasia

Aunque hay motivos para celebrar este descenso en la pérdida de bosques primarios, Indonesia y Malasia deben hacer más para continuar y reforzar las políticas existentes para garantizar que esta tendencia continúe, incluida la ampliación de la moratoria de las licencias para las plantaciones de palma aceitera, que expira en 2021. Las condiciones del clima y de mercado regionales también pueden haber reducido la presión sobre los bosques, condiciones que podrían cambiar y, sin las medidas adecuadas, deshacer los avances.

La estación húmeda de 2020 ayudó a evitar la propagación de los incendios que pueden arder sin control en los años de clima seco. Los precios del aceite de palma crudo, que están correlacionados con los picos de pérdida de bosques en Indonesia en 2009 y 2012, volvieron a los niveles de 2012 tras una caída. Los esfuerzos de monitoreo de los incendios y los compromisos del NDPE desempeñarán un rol importante en la prevención de futuros repuntes en la pérdida de bosques primarios cuando cambien las condiciones del clima y del mercado.

Las medidas de alivio de la pandemia por coronavirus también podrían afectar negativamente a los bosques de Indonesia. A raíz de la COVID-19, Indonesia aceleró y aprobó la Ley Ómnibus para estimular la creación de empleo y el crecimiento económico, lo que podría poner en peligro a los bosques al relajar la normativa medioambiental. Indonesia también lanzó el programa de propiedades alimentarias para abordar la posible escasez de alimentos relacionada con la pandemia, el cual está exento de la moratoria forestal y pone en riesgo las turberas y los bosques protegidos en la provincia de Borneo Central mediante el establecimiento de nuevas tierras de cultivo para el arroz y otros cultivos básicos.

Desafortunadamente, la tendencia a la baja en la pérdida de bosques primarios en Indonesia y Malasia no es visible en otros países del sudeste asiático. Camboya, Laos y Myanmar continúan registrando niveles sostenidos o crecientes de pérdida de bosques primarios.

Brasil lidera la pérdida de bosques primarios en el mundo debido a los incendios y a la tala de árboles

Brasil vuelve a encabezar la lista de pérdida anual de bosques primarios, con una pérdida total de 1.7 millones de hectáreas en 2020, más del triple que el país que le sigue. La pérdida de bosques primarios en Brasil aumentó un 25% en 2020 en comparación con el año anterior.

Brazil tropical primary forestloss 2020

La mayor parte de la pérdida de bosque primario húmedo en el país se produjo en la Amazonia brasileña, que experimentó un aumento del 15% respecto al año pasado, con un total de 1.5 millones de hectáreas. Esto coincide con la tendencia observada en los datos del gobierno, que hace un seguimiento específico de las talas a gran escala en el Amazonas (conozca más sobre la diferencia entre estas dos fuentes de datos aquí). Los parches recién despejados son particularmente frecuentes a lo largo de los bordes sur y este de la Amazonia (conocidos como el “arco de la deforestación”) y a lo largo de las carreteras que dividen la selva amazónica, varias de las cuales están programadas para su expansión y pavimentación en los próximos años.

Los datos también muestran una serie de cicatrices de incendios. La Amazonia brasileña tuvo un número aún mayor de incendios en 2020 que en 2019. Esto es preocupante, ya que los grandes incendios rara vez ocurren naturalmente en bosques tropicales húmedos como el Amazonas.

En 2019, la mayoría de los incendios ocurrieron en áreas ya deforestadas mientras los agricultores preparaban el suelo para labores agropecuarias y los pastos para el ganado. En 2020, sin embargo, una parte significativa de los incendios ocurridos dentro de los bosques se debió a que los incendios iniciados por humanos se extendieron más allá de lo previsto debido a las condiciones secas.

Las emisiones de gas de efecto invernadero de los incendios forestales en la Amazonia han superado en ocasiones a las de la deforestación ocasionada por la tala. Los científicos temen que los incendios y las emisiones asociadas puedan aumentar en el futuro a medida que el cambio climático y una mayor deforestación sequen a los bosques y los hagan más vulnerables al fuego. El ciclo de retroalimentación positiva resultante podría potencialmente transformar el Amazonas en una sabana.

El alto nivel de deforestación y actividad de incendios en la Amazonia ocurrió a pesar de la prohibición de los incendios durante el pico de la temporada y el despliegue militar para frenar la deforestación ilegal. Ese despliegue está programado para finalizar el 30 de abril de 2021, y la responsabilidad volverá a las agencias de aplicación federales que enfrentan presupuestos reducidos en 2021.

El Amazonas tampoco fue el único bioma en Brasil que experimentó un aumento en la pérdida de bosque primario húmedo en 2020. Si bien sólo es una pequeña parte de la pérdida total del país, el Pantanal, el humedal tropical más grande del mundo, experimentó 16 veces más pérdida de bosque primario en 2020 que el año anterior.

El aumento se debe a incendios que baten récords. Al igual que en la Amazonia, la mayoría de los incendios de 2020 en el Pantanal fueron iniciados por personas para tratar el suelo, pero se descontrolaron en 2020 debido a niveles de sequía no vistos desde la década de 1970. La deforestación en otras partes de América del Sur puede desempeñar un rol en la sequía del Pantanal, y es probable que el cambio climático haga que los eventos extremos sucedan con mayor regularidad.

Los expertos estiman que alrededor del 30% del Pantanal se quemó en 2020, incluidas varias áreas protegidas. Varios territorios indígenas se incendiaron, lo que dejó a tribus como los Guató sin comida ni agua potable. Los incendios también tuvieron impactos devastadores en la biodiversidad, ya que miles de animales murieron o resultaron heridos como consecuencia de los incendios, incluidos jaguares y otras especies vulnerables. Si bien el impacto a largo plazo no está claro, la naturaleza sin precedentes de los incendios significa que algunas áreas del Pantanal probablemente no se recuperarán durante décadas.

wildfires in pantanal wetlandsIncendios ardiendo en los humedales del Pantanal en 2019. Los incendios continuaron en 2020, lo que provocó un gran aumento en la pérdida de bosques en el Pantanal. Foto de Chico Ribiero/Governo Mato Grosso.

Bolivia, Colombia y Perú registran altos niveles de pérdida de bosques

En otros lugares de América del Sur, a los bosques no les ha ido mucho mejor.

A pesar de una leve caída en la pérdida de bosques primarios con respecto al año anterior, Bolivia ascendió al número tres en la lista de países con una mayor pérdida de bosques primarios tropicaleshúmedos en 2020, y superó a Indonesia por primera vez. Al igual que en 2019, los incendios forestales jugaron un papel importante. En particular, los incendios afectaron varias áreas protegidas, incluido el Parque Nacional Noel Kempff Mercado. Al igual que en Brasil, la mayoría de los incendios en Bolivia probablemente fueron provocados por personas para limpiar el suelo, pero se descontrolaron debido a las condiciones de sequía y al clima caluroso. La actividad agropecuaria a gran escala también afectó a los bosques, incluidos numerosos claros nuevos en el departamento de Santa Cruz.

Mientras tanto, en Colombia, la tasa de pérdida de bosques primarios aumentó en 2020 después de una caída el año anterior.

Colombia ha mantenido tasas altas de pérdida de bosques primarios desde el acuerdo de paz del gobierno con las FARC en 2016, el cual provocó un vacío de poder en áreas forestales previamente controladas. Si bien los datos de 2019 ofrecieron un rayo de esperanza de que el país pudo haber frenado la pérdida de bosques primarios, la tasa en 2020 volvió a los niveles observados en 2017 y 2018. Mientras tanto, el gobierno aumentó públicamente su ambición sobre la deforestación, y estableció una meta de deforestación cero para 2030 como parte de su compromiso de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en un 51% durante el mismo período.

La deforestación continúa profundizándose en la selva amazónica colombiana, así como en varias áreas protegidas, como los Parques Nacionales Chiribiquete, Tinigua y la Sierra de la Macarena. Los grupos armados tomaron el control en varias de las áreas protegidas del país. El personal se vio obligado a abandonar 10 parques en febrero de 2020 debido a amenazas a su seguridad.

colombia tropical primary forest loss 2020

Perú, que ocupa el quinto lugar en la mayor parte de la pérdida de bosques tropicales, también registró tasas altas y crecientes de pérdida de bosques en 2020. Gran parte de la pérdida parece deberse a claros más pequeños, probablemente destinados a las actividades agropecuarias y la ganadería. Los datos también muestran una serie de nuevos caminos de tala a lo largo de la selva amazónica peruana en 2020. Históricamente, el país ha enfrentado tasas altas de extracción ilegal de madera. La minería de oro también ha sido con anterioridad un importante impulsor de la deforestación en la parte sur del país, pero, aparentemente se desaceleró en 2019 y 2020 gracias a las intervenciones del gobierno.

Las actividades agropecuarias generan pérdida de bosques en la cuenca del Congo

Las tasas de pérdida de bosques primarios en Gabón, la República del Congo, la República Centroafricana y Guinea Ecuatorial han fluctuado en los últimos años, pero la pérdida aumentó drásticamente en Camerún, casi duplicándose en 2020 en comparación con 2019. Este aumento fue impulsado principalmente por la agricultura migratoria a pequeña escala en la parte sur del país.

Si bien es difícil precisar qué está impulsando la expansión agrícola, lo anterior podría estar relacionado con la migración urbano-rural ligada con la pérdida de empleos por la pandemia y el aumento de los precios de los productos básicos de consumo, especialmente el cacao y la palma aceitera.

La República Democrática del Congo (RDC) perdió 490,000 hectáreas de bosque primario en 2020, la segunda cantidad más alta de cualquier país y sólo superada por Brasil. Como en años anteriores, la mayor parte de la pérdida de bosques fue causada por la expansión de la agricultura migratoria en pequeña escala y la demanda de energía derivada de la madera, incluida la producción de carbón vegetal.

El gobierno de la República Democrática del Congo y todos los actores interesados locales, nacionales e internacionales deben hacer más para comprender los factores subyacentes de esta pérdida y desarrollar la capacidad de encontrar soluciones. La futura pérdida de bosques primarios se puede prevenir haciendo mejoras a las prácticas agropecuarias para que los agricultores puedan obtener mayores rendimientos en áreas que ya se encuentran bajo cultivo en lugar de convertir los bosques primarios en tierras de cultivo. La restauración de áreas degradadas, las prácticas de tala sostenible, la regulación de la energía derivada de la madera y el acceso a energía limpia también reducirían aún más la presión sobre los bosques restantes.

hots spots of primary forest loss in the DRC

¿Cuáles son los efectos del cambio climático en los bosques?

Adicionalmente a la pérdida causada sobre todo por el hombre en los países mencionados, los bosques también enfrentaron una multitud de perturbaciones relacionadas con el clima en 2020, tanto en los bosques tropicales primarios húmedos como en otras cubiertas arbóreas. Los incendios, alimentados por sequías regionales, provocaron picos de pérdidas en lugares tan diversos como el Pantanal brasileño, Bolivia, Australia y Rusia.

Mientras tanto, los daños causados por tormentas e insectos aumentaron la pérdida de cobertura arbórea en América Central y Europa Central, respectivamente. Estas dinámicas subrayan la relación dual entre los bosques y el cambio climático: los bosques no sólo afectan el clima al absorber carbono cuando crecen y lo emiten cuando se talan, sino que también pueden enfrentar impactos directos como resultado de los cambios en los patrones de temperatura y precipitación.

En Australia, los incendios de finales de 2019 y principios de 2020 resultaron en un aumento que representan nueve veces la pérdida de cobertura arbórea en 2020 en comparación con 2018. El clima extremo estuvo detrás del pico, y es probable que el cambio climático haga que las condiciones propensas a incendios sean más comunes en el futuro.

Australia 2020 tree cover loss data

Rusia también experimentó tasas altas de pérdida de cobertura arbórea en 2020, en gran parte debido a los incendios en Siberia. Siberia experimentó temperaturas anormalmente altas en la primavera y el verano de 2020, probablemente debido al cambio climático, que secó los bosques y provocó una quema masiva. Los incendios también ardieron dentro de turberas ricas en carbono que generalmente están congeladas, lo que da como resultado emisiones récord de carbono que exacerbarán el cambio climático.

En contraste, Canadá tuvo un año de incendios inusualmente tranquilo, lo que resultó en una disminución del 45% en la pérdida de cobertura arbórea en comparación con 2019. Los expertos citan una combinación de factores para explicar la falta de incendios, incluido el clima más fresco y húmedo y las restricciones sobre incendios y vehículos todo terreno durante los cierres ocasionados por la COVID-19.

Otros factores naturales también estuvieron en juego en 2020. En Nicaragua, los bosques mostraron daños por los huracanes Eta e Iota, que tocaron tierra en noviembre de 2020. Los huracanes fueron parte de la temporada de huracanes más activa registrada en el Océano Atlántico, y es probable que el cambio climático influya en la intensidad de las tormentas y en una temporada más larga de lo habitual.

Finalmente, Europa Central experimentó niveles sin precedentes de pérdida de cobertura arbórea en 2020 y el año anterior, con aumentos tres veces superiores en Alemania y República Checa en comparación con los números de 2018. El pico se debe en gran parte al daño que los escarabajos de la corteza, que han causado un daño particular a los árboles vulnerables como resultado del clima cálido y seco asociado con el cambio climático.

El futuro de los bosques dependerá de las acciones que se tomen hoy

Los nuevos datos dejan en claro que seguimos perdiendo bosques a un ritmo asombroso y que se incumplieron muchos objetivos relacionados con los bosques en el plazo de 2020. La situación es cada vez más urgente: los efectos del cambio climático ya se están sintiendo, se están perdiendo innumerables especies a causa de la crisis de extinción, y la tala de bosques vinculada al acaparamiento de tierras impacta de manera irreversible en los derechos, las fuentes de sustento y el patrimonio cultural de numerosos pueblos forestales.

Indonesia y Malasia nos dan razones para permanecer optimistas, pero la situación en Brasil y en otros lugares muestra que las altas tasas de deforestación pueden regresar si no se mantienen los esfuerzos de protección de los bosques. Las iniciativas para reconstruir las economías después de la pandemia del coronavirus ofrecen una oportunidad para reinventar las políticas y las economías de una manera que proteja los bosques antes de que sea demasiado tarde.


Aparecido originalmente en Global Forest Review.

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